
Navegando por Internet y las redes sociales, me encontré con una imagen bastante peculiar: una consola NES (Nintendo Entertainment System) con sus clásicos mandos y cartuchos de juegos. De inmediato, regresaron a mi mente aquellos tiempos en los que, después de hacer la tarea, nos reuníamos en casa de un amigo a disfrutar de los videojuegos con la consola Atari, el Super Nintendo y más adelante, con el famoso PlayStation. Pensé en cuánto ha avanzado la tecnología: hoy tenemos el Nintendo Wii, las consolas Switch, o las portátiles como la 3DS y el Game Boy Advance. Y no solo cambiaron los juegos, también nuestra forma de estudiar, trabajar y conectarnos con el mundo a medida que evolucionaban las computadoras y los sistemas que las acompañaban.
Fue entonces cuando desempolvé el baúl de los recuerdos y viajé a mis inicios...

Todo comenzó con el ATARI 800XL, un ordenador que conectábamos a un televisor, en blanco y negro o a color, y que usaba una disquetera o casetera por separado. Fue allá por 1989, en Guayaquil, en un curso en Data Computing School —uno de los mejores centros de la época—, donde obtuve mi primer diploma como Programador Junior. Aprendí a programar en BASIC y a manejar el sistema DOS, WordStar y Lotus 1-2-3. Me fascinaba escribir líneas como PRINT, REM, INPUT, todas numeradas, casi como si fueran versos tecnológicos.

Luego, llegó la IBM PC 8088. La utilicé durante el ciclo diversificado, allá por 1991, en el glorioso “VR”. Como no había mucho espacio en los laboratorios, solíamos ir al edificio FORUM, en sus pisos 8, 13 o 16, donde funcionaban varios Centros de Cómputo (sí, los primeros cybercafés). Aprendí a usar MS-DOS, QBasic, Pascal, además de WordPerfect, Print Shop, Print Artist y, por supuesto, pasé largas tardes luchando con COBOL y sus errores para lograr ejecutar un sistema de control como proyecto final de sexto año. ¡Y ni hablar de cargar los 5 a 10 disquetes de 5¼ en sus cajitas!
Después vino la PC 386 compatible con IBM, precursora de las Pentium. La usé apenas salí del colegio, cuando ingresé al Instituto de Capacitación Empresarial. Allí conocí grandes amigos y excelentes instructores. Aprendí la primera versión de Windows, el paquete MS Office, y me sumergí en programación con DBase, FoxBASE, Symphony y el entonces poderoso Quattro Pro (que luego dio paso a Excel). Fue una etapa clave: ya trabajaba como docente en el Instituto Integral Sudamericano y luego en el Colegio Metropolitano.

Mientras seguía mis estudios en la Universidad de Guayaquil, era urgente tener mi propio computador en casa. Logré adquirir un PC 486, de segunda mano pero funcional, gracias al esfuerzo de mi padre. Enseñaba Laboratorio de Programación y Técnicas de Flujograma con lenguajes como Pascal, COBOL, FoxPro y BASIC, utilizando Windows 3.11 y un servidor Novell NetWare.

Luego, actualicé a un Pentium II, lo que me permitió formar un pequeño grupo llamado ODISEA con amigos de la universidad. Brindábamos mantenimiento, desarrollo de software, producción multimedia y más. Aunque el proyecto no prosperó a largo plazo, ese equipo me ayudó a desarrollar e imprimir mi tesis, enfocada en ejercicios de contabilidad y estadística con Excel 6.0.
Pasaron seis años hasta que adquirí un nuevo equipo: un Intel a 1.8 GHz, fruto de mi trabajo en instituciones públicas y privadas. Este PC no solo me sirvió a mí, también fue útil para mi primer hijo. Le añadí gamepads, volante, y juegos que lo ayudaron a desarrollar habilidades lúdicas y estratégicas.
Tiempo después, me animé a montar un pequeño cyber con cuatro PC Intel Core i3, una como servidor con 2GB de RAM, las demás con lo justo para navegación, trabajos escolares e impresiones. Las pantallas LCD de 20" eran un lujo. Aunque cerré el local por falta de espacio propio y tiempo, las computadoras siguen siendo útiles para las tareas de mi familia y para resolver alguna que otra consulta. Y sí… también las usaba para descargar mis películas favoritas en HD por torrent (aunque eso lo contaré mejor en otra entrada...).

En ese entonces ya se hablaba de las TouchSmart All in One, equipos HP con pantallas de 23", que si bien eran muy estéticos, también tenían el problema de que si algo fallaba, había que llevar toda la unidad al técnico. Por otro lado, las netbooks HP Mini con procesador Intel Atom ofrecían movilidad a buen precio, y las primeras tablets Samsung Galaxy Tab comenzaban a imponerse como herramientas para navegación y tareas ligeras.
Y llegaron los últimos cuatro años...
Nunca imaginé que una pandemia mundial nos obligaría a depender tanto de la tecnología. Entre el 2020 y el 2022, el celular y la laptop se convirtieron en herramientas esenciales para enseñar, aprender, trabajar y mantenernos conectados. Tuvimos que adaptarnos rápidamente a plataformas como Microsoft Teams, Google Meet y Zoom, además del uso intensivo del WhatsApp para coordinaciones y tareas.

Los profesores dimos un salto forzado pero necesario hacia la educación digital. Hoy, con más calma y algo más de experiencia, aplicamos recursos como Educaplay, Canva, Genially o incluso TikTok para explicar, motivar o simplemente conectar mejor con nuestros estudiantes.
Y por si fuera poco, ahora contamos con inteligencia artificial que nos apoya desde la generación de imágenes y videos, hasta el desarrollo de contenidos académicos. Herramientas como ChatGPT se han vuelto aliadas para planificar clases, redactar textos, obtener ideas o aclarar dudas. La tecnología ya no solo acompaña: está en el centro de nuestras vidas.
Esta ha sido mi evolución, paso a paso, de la mano con las TIC. Y tú… ¿estás preparado para el nuevo cambio tecnológico?
No hay comentarios:
Publicar un comentario